El Grupo Rosi La Loca World hizo frente al apagón de ayer con ingenio, solidaridad y hospitalidad a flor de piel


Mesas en la calle, platos signature y alegría
Gracias a que los directivos viven el día a día de la operativa de sus restaurantes, estando presentes, el grupo tuvo la oportunidad de tomar la decisión in situ y ponerse manos a la obra con la respuesta a la situación. En cuestión de minutos, las mesas se sacaron a la calle, aprovechando la luz natural, y se ofreció a los clientes –tanto a los que tenían reserva como a los que buscaban refugio en medio del caos– una carta reducida de platos fríos, entre los que brillaban los platos signature del grupo. Para acompañar la experiencia y tener un buen gesto en medio de la vorágine, todos los asistentes recibieron un cóctel de bienvenida gratuito.
“No podíamos dejar tirada a la gente. Había muchos clientes internacionales saliendo de los hoteles sin saber dónde ir. Quisimos ofrecer algo más que comida: refugio y nuestra alegría tan característica, incluso sin luz”, comenta Tapial.
Una experiencia gastronómica y de ocio inolvidable, incluso sin luz
El servicio se mantuvo hasta el horario habitual de cierre, a la 1:30, y durante ese tiempo se sirvieron algunos de los platos más emblemáticos del grupo, todos adaptados a una cocina sin electricidad. Entre ellos, la burrata italiana inyectada con emulsión de albahaca, las zamburiñas con mayonesa de kimuchi gratinada y ralladura de lima, el tataki de atún de aleta amarilla sobre alga wakame con salsa teriyaki y alioli cítrico, jamón ibérico con regañás, además de una selección de ensaladas y postres listos para servir sin necesidad de cocina activa.

El compromiso por la hospitalidad como motor
Su apuesta por democratizar las experiencias, su hospitalidad como seña de identidad y su compromiso con el equipo han hecho del grupo una referencia en la capital. Sus locales, con cocina noon stop, se definen por ofrecer experiencias que van más allá del plato, donde cada visita se convierte en un recuerdo.
“Cuando la vida te lanza un imprevisto, hay que afrontarlo con responsabilidad y empatía. Quienes podíamos seguir sirviendo teníamos el deber de hacerlo”, concluye Tapial.
Con el apagón como prueba, el grupo de restauración demostró que su luz más importante no depende de la red eléctrica, sino del compromiso y la energía humana que sus equipos desprenden cada día. “Ayer demostramos que no todo depende de la luz eléctrica, sino de la energía humana que late en nuestros equipos”, añade.









